“El trabajo tiene un papel central en la organización social. En base al trabajo acumulado las más grandes fortunas se crean y, en caso de ausencia, la pobreza se apodera de la persona. La forma de trabajar ha variado. Del trabajador de la revolución industrial, de fábrica y controlando una parte del proceso productivo, hoy sobresale el trabajador de servicios, apegado inevitablemente a un celular o una computadora. El trabajo se anuncia en medios digitales, las órdenes se reciben de esa manera.
Junto a este cambio en la forma de labor, el trabajo estable, con derechos, con seguridad social pierde espacio frente al nuevo trabajo temporal, parcial, tercerizado. El trabajo estable viene a ser una excepción frente al trabajo precario, “también” frente a la falta de trabajo o su informalidad. La tecnología no ha permitido reducir la jornada de trabajo, se labora igual o más de ocho horas, inclusive en múltiples trabajos.
Frente a este cambio de la morfología del trabajo, producto de la forma actual de producción capitalista, urge rearmar el Derecho Laboral. Conceptos como estabilidad laboral, seguridad social, descansos, derechos, “han pasado de moda” frente a la flexibilidad, flexiseguridad, o “dinamismo” de las relaciones laborales. Sin embargo, la teoría del valor y la relación capital-trabajo no ha desaparecido, todo lo contrario, sus contradicciones aumentan.”